Es una planta que abunda en los bosques sombríos, en los matorrales o zarzales, en los lugares secos y áridos, pero generalmente a la sombra. Es de una altura de 35 a 40 centímetros; los tallos se levantan hacia arriba, sin muchas ramas; son cuadrados, vellosos y tienen mucho parecido con la ortiga grande; sus hojas son alargadas, estrechas y dentadas, son igualmente vellosas, ubicadas sobre el tallo.
Las flores forman espigas en las puntas de los tallos y son de un color rojizo-púrpura. Su olor es desagradable y su sabor amargo.
Durante los calores sus emanaciones tienen una gran influencia sobre personas nerviosas.
Sus hojas secas y reducidas a polvo constituyen un excelente estornutatorio. Toda la planta tiene propiedades curativas para nerviosos, y otras muchas enfermedades se curan con esta planta.
Si se hierven hojas y flores de betónica, un manojo en un litro de agua o en un litro de vino tinto o blanco, y se toma durante un tiempo largo en ayunas y antes de acostarse una cucharada caliente, o las flores preparadas en forma de dulces con azúcar, se obtienen buenos resultados en las enfermedades pulmonares, bronquitis crónicas, pleuresía; toses crónicas de los fumadores, asma bronquial, tos convulsa y en los casos de tuberculosis. Fortifica el estómago, cura las enfermedades del hígado y bazo, haciendo desaparecer la ictericia y la acumulación de agua en el vientre (ascitis, hidropesía).
Tonifica los nervios haciéndolos calmar, cura la epilepsia, dolores de cadera (lumbago), convulsiones, gota y parálisis de los miembros. Normaliza la menstruación y deshace los cálculos de los riñones.
Las personas que sufren de quemazón (hiperacidez) en el estómago y hacen digestiones despacio, se alivian y se curan si toman ocho gramos de la raíz pulverizada en un poco de agua con miel después de las comidas. Este remedio deja al estómago e intestinos limpios de gases y flemas. Un manojo de hojas de betónica hervidas en un medio litro de vino blanco aplicado en los dolores fuertes de la gota (podagra) sobre el dedo gordo del pie que es muy dolorido, sobre todo por la madrugada, hace desaparecer los dolores en seguida. Hay que aplicar este fomento bastante caliente.
En las neuralgias y jaquecas se aplica un fomento de agua fría en la que previamente hayan sido hervidas un manojo de hojas de betónica en un litro de agua durante diez minutos. Los dolores se van en seguida. Las hojas de betónica machacadas con un poco de sal hacen parar la sangre de la nariz si se introducen en las ventanas de las misma.
Para los dolores de oído da excelentes resultados el vapor de hojas hervidas en agua que se hace llegar con un embudo a los oídos. En estos casos también se usa el jugo de las hojas mezclado en partes iguales con aceite de rosas.
La raíz de betónica es un depurativo y seca es un vomitivo. Las hojas hervidas con miel y vino son excelentes para dolores de pecho con esputos de sangre.
El jugo de las hojas mezclado con aceite de rosas infiltrado en los oídos, calma instantáneamente los dolores agudos del pecho.
Deben tener a mano esta preparación los enfermos que sufren ataques de angina de pecho.
La betónica tiene muchísimas más aplicaciones buenas y es una planta tan útil como la salvia, cebolla, limón, etc., que poseen un gran poder curativo en muchas y diferentes enfermedades. Es una lástima que esta planta sea poco conocida en la medicina doméstica, a pesar de que el doctor Augusto Musa, médico del rey Augusto, escribió un tratado dando a conocer cuarenta y ocho enfermedades que son curables por la betónica. Para alabar a una persona, había antiguamente un dicho que decía: "Tu tienes más virtudes que la betónica".
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