viernes, 15 de julio de 2011

Fauna... ZORRO


"EL ZORRO"

De pelaje medio gris
Y de astucia sin engorro
Entre pastos y matorros
Se ve y escapa en un tris
Y a veces como lombriz,
De flaco vaga “Don Zorro”.

Otras veces hasta el color
De la piel luce hermoso
 Y anda de lomo lustroso
Y de aspecto observador
Demostrando con valor
Que es sin duda valeroso.

De noche cuando al gritar
Hace torear la perrada
Parece una carcajada
Que’l viento sabe llevar
Como queriendo mostrar
Que no lo para la helada.

Astuto y caminador
Terrible pa’ los corderos
Y si cerca un gallinero
Encuentra el olfateador,
Es seguro que lo peor,
No va a llevar el cuatrero.

A veces lo rastrea al león
Pues éste siempre algo mata
Y como si fuera a gatas
Lo sigue medio lerdón
Pa’ ver de hacerse un fiestón
Con los restos y las patas.

Come huevos de perdiz
De pájaros y tortugas
Al piche no se le arruga
Y lo come como al cuis
Queriendo mostrar así
Que al peludo lo “madruga”.

No niego que sabe caer
En las trampas del “zorrero”
Adonde el pobre “mañero”
Sabe, triste,… perecer,
Tiempos que sabían vender
En muy buena plata el cuero.

Pero hablando de cazar
Lo he visto al zorro cebao
Sacar limpita a un costao
La trampa, sin desarmar
Como queriendo indicar
Que alguna vez ha escapao.

Esa astucia e intención
Habilidad y reflejo…
Pertenece al zorro viejo
Y no al zorrito pichón,
Que a veces de compadrón,
Cerquita deja el pellejo.

Los que le han hecho muy mal
A “don juán” en su terreno,
Son los “zorreros” a veneno
Pues han dejado el tendal
Perdido en el pastizal,
Bajo los cielos morenos.

Su instinto de buen cazar
De la cola a la cabeza
Lo ha demostrao con grandeza
Porque una vez de agarrar
Capaz de hacerse matar,
Pero no largar la presa.

Y ansina…subsistirán
Como la flor del matorro
Cruzando del bajo al morro
Y en vuelo de gavilán
Les he presentao a “juan”
O mejor diría al zorro.

Letra: Saúl Huenchul
(Departamento Cura Có – LA PAMPA)
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Contada...

“EL NGÛRÛ (zorro) Y EL CHOIQUE (ñandú petizo)”
Una vez se encontraron el ngûrû con el choique. Estaban en una aguada. Entonces dice el zorro:
-Muchas veces lo he campaneado, pero nunca lo pude encontrar cerquita y solo.
Se le fue acercando y le buscó conversación. Le dijo:
-¡Che, compadre! ¡Qué feas que tenés las patas!
Así le dijo, porque el choique tenía las patitas todas partidas por la tierra del camino.
-Y bueno, si no tengo el calzadito como tenés vos, que andas con botitas.
El zorro entonces dice:
-Pero, ¿Por qué no te haces un zapatito, compadre?
-Yo no sé hacer eso –dijo entonces el choique-.
-Pero no te hagas problema, compadre, búscate un animal muerto, una vaca y sácale un pedazo de cuero. Entonces yo te hago el zapatito.
El avestruz, creído que le iba a hacer el calzado, encontró una vaca muerta, le sacó el cuero y se lo llevó al zorro, que estaba esperando en la aguada.
-Aquí le traigo el cuero- le dijo.
El cuero estaba bien fresco y lo apretó con todo. A medida que el avestruz iba caminando se le iba secando y resecando el cuerpo y le apretaba las patitas.
Se le apretó tanto que no pudo caminar más. Arrastrándose iba.
El zorro lo iba siguiendo, y cuando ya vio que no podía correr se le acerco y se lo comió.

Narrado por: Virginia Victoria Tropán, de Comunidad Aucapán, en 1984.-
Recopilado por César Fernández, en 1989, documentado en su libro “Cuentan los  mapuches”
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La comunidad Linares, Aucapán está ubicado en un Valle a más de una hora de Junín de los Andes transitando en auto, con vista al volcán Lanín, rodeado de araucarias y cohiues.

Las mujeres son expertas tejenderas. Hilan sus lanas recién esquiladas para tejer desde sus telares finas y hermosas labores. Ellas crean ponchos, mantas, fajas, caminitos y otras prendas de vestir. Tiñen con tinturas naturales, obtenidas de yuyos y plantas, (michay, menta, charcagua, monteguanaco, etc., convinandolas con anilinas), conservando las enseñanzas transmitidas de generación en generación.
Sus trabajos son realizados en horas en las que han terminado sus tareas habituales, por lo general la noche, en la mayoría de los casos iluminándose con candiles, faroles sol de noche, o velas. Durante todo el año trabajan sin descanso, y sus productos son comercializados en el traum (encuentro) que se lleva a cabo en Junín de los Andes, Exposiciones rurales, etc. Algunos de esos trabajos alcanzan premios nivel nacional.

Los hombres, pequeños y medianos crianceros, ejercen una de las costumbres más antiguas, “la trashumancia”, arriando su piño a la veranada por antiguos callejones (huellas o caminos), que transitaran sus antepasados y que han dejado a forma de herencia para las generaciones que siguieron, hasta el “rial” (lugar que se habita confeccionado de distintas formas, que pueden ser piedras superpuestas, cuevas, transformadas en lugar habitable), ubicado en el lugar donde se verana.

Veranar es llevar (arriar) los piños (chivada), a lo alto de los cerros donde hay pastura suficiente cuando abajo escasea. Cada familia por años ha veranado en lugares que quedaron para los que vinieron después, también como herencia. En el norte neuquino es común escuchar conversaciones, donde se menciona que tal familia tiene la veranada en tal lado.
Los espacios de invernada y veranada están sujetos a un uso cíclico condicionado por los factores climáticos existentes en la zona y derivado de una necesidad económica, religiosa y cultural, que ha dado origen a un patrón de asentamiento trashumante. La invernada es el espacio económico y el habitat donde se encuentra la vivienda “ruca”, los corrales las praderas y parte del bosque nativo. En esta zona permanecen las familias durante los meses de mayo a diciembre, debido a que son áreas de menor precipitación en tanto, la veranada es el espacio en que familias se trasladan durante la estación de diciembre a abril, para pastar sus animales desarrollar ceremonias religiosas tradicionales como el nguillatún y extraer plantas para prácticas de medicina natural. Por lo tanto se diferencia de la invernada por la ausencia de vivienda permanente, reemplazada en este caso por una autoconstrucción de madera u otro material. El uso de las tierras de veranada, en la mayoría de los casos, es de tipo comunitario, pero el espacio en donde se ubican los “rucos” es designado y establecido ancestralmente. La importancia de la veranada, como espacio simbólico, va más allá de una mera dependencia económica, pues en ella se efectúa la recolección de piñones o pehuén, frutos de las araucarias (árbol sagrado), actividad tradicional practicada durante siglos que ha significado el soporte alimenticio de las familias, y cuya connotación socio-cultural es vital para la interacción de las comunidades.

Quiero recordar en este comentario a mi amigo Juan Calfuqueo y su señora Elba Linares.

Demás está decir, que estos son solo comentarios de infinidad de vivencias y momentos en profundo análisis. Compartidos con mucha gente paisana que gracias a Dios puedo conocer. Con ellos he aprendido. Ellos me han dado esta licencia que me permito de nombrarlos y dejar estos bocetos, siempre con respeto y honda estima.
Tal vez, en algún momento alguno de ellos se acerque a estas palabras y agregue o corrija  alguito que sin intención omití o mal expuse...


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